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Campeón en todos lados

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A 31 años de la conquista de la Copa Interamericana en Trinidad y Tobago.

Tras cortar una sequía de más de ochenta años sin títulos oficiales, Argentinos Juniors inició una arremetida arrolladora en 1984. Sucesivamente, se consagró en Primera División ese año y en el Campeonato Nacional y la Copa Libertadores de 1985. La brillante labor en la final Intercontinental contra Juventus no se vio coronada con el título, pero así y todo tuvo ribetes de gesta. Ese partido fue el testimonio indiscutible de que el Bicho no se achicaba en ninguna parada y que le jugaba de la misma forma tanto al más humilde equipo argentino como a uno de los gigantes de Europa.

No debe quedar de lado que, a pesar de que habitualmente se haga referencia al ganador de la Copa Libertadores como “campeón de América”, el certamen se limita a los equipos de América del Sur (y, eventualmente, de México). Como Argentinos ya había demostrado que por entonces era el mejor cuadro de la región (¿la más competitiva de todo el mundo?), quedaba pendiente revalidar esas credenciales a nivel panamericano. Esa era la función de la Copa Interamericana: dirimir con precisión cuál era verdaderamente el mejor equipo de América del momento. Más allá de sus irregularidades y de los problemas logísticos que por aquellos años implicaba la disputa del certamen (cuya organización quedaba en buena medida en manos de los equipos implicados), tenía un valor simbólico nada desdeñable.

Si bien la Copa Interamericana había estado discontinuada por algunas temporadas, el club tenía derecho a disputarla y así lo hizo. El rival saldría de la final de la Copa de Campeones de la CONCACAF de 1985. En ella, disputada recién en enero de 1986, el Defence Force FC de Trinidad y Tobago derrotó con un marcador global de 2-1 a Olimpia de Honduras. El calendario de Argentinos fue más ajustado en 1986 que en el ya intenso año anterior pues al certamen de Primera División se le sumaba la defensa del título continental. Los numerosos compromisos deportivos (a los que, lógicamente, se añadía la Copa del Mundo de México) redundaron en la postergación del partido hasta diciembre de 1986, exactamente un año y dos días después de la disputa de la Intercontinental en Japón.

Pese a no ser tan conocido por estos lares, el rival de la ocasión era de sumo cuidado: se trataba de uno de los clubes más ganadores del país insular, estaba compuesto por integrantes de las Fuerzas Armadas trinitenses y hacía gala de una fuerte localía, en la que no había recibido goles en contra a lo largo de la Copa de Campeones de la CONCACAF. Además, por regla general, el torneo no era tan sencillo ni estaba monopolizado por los campeones de la Libertadores, pues los largos viajes y el relativo desconocimiento de los rivales hacían que enfrentarlos en condición de visitante fuera un verdadero desafío. Testimonio de ello fueron las dos victorias que América de México le propinó a Boca Juniors en el Estadio Azteca en la edición de 1978, que redundaron en la conquista del título por parte de las “Águilas”.

La final se disputó a partido único en el Estadio Nacional de Puerto España, casa del Defence Force. Allí, Argentinos se impuso por 1-0 en una tórrida noche caribeña. El triunfo vino de la mano de un tanto logrado a los 27’ de juego por el recordado Armando Dely Valdés, quien dejó un grato recuerdo en el club no sólo por su rol decisivo en esta ocasión sino también por los goles importantes -como éste- que solía convertir. Con el título, además, Roberto Saporiti igualó la línea de José Yudica como entrenador más ganador de la historia del club, consagrándose desde el banco dos veces cada uno. Otro aliciente a la conquista fue que el equipo que salió a la cancha incluía a 10 de los

11 titulares que Argentinos había alineado doce meses antes en Tokio (todos, a excepción de Claudio Borghi), algo que demostraba el hambre de gloria y el compromiso con la institución de ese plantel, y la seriedad de un proyecto deportivo de largo plazo que el club mantenía.

Referencias:
Estadísticas consultadas en RSSSF.com. Créditos: Pablo Ciullini y Erik Lugo.
Diario “The Trinidad Guardian”, Puerto España, 12 de diciembre de 1986.

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