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Un artículo, un equipo, un pibe

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Hace 46 años, la revista deportiva más prestigiosa le dedicaba dos páginas a un equipo de pibes que ya hacía ruido en todo el país: Los Cebollitas llegaban a El Gráfico.


Un 21 de agosto de 1973 salía a la calle la edición número 2811 de la revista El Gráfico. El semanario, entonces con cincuenta y cuatro años a cuestas, se había constituido en la principal referencia del periodismo deportivo de nuestro país. A tal punto, que llegar a ser uno de los protagonistas de su portada era el más acabado sinónimo de consagración. Imaginamos la alegría de las familias de Quique Wolff, Enrique Chazarreta, Miguel Brindisi, Carlos Guerini y Roberto Telch al recibir el ejemplar y ver que sus pibes eran tapa de la revista, enfundados en la camiseta de la Selección. Era muy difícil hacerse un lugar en un medio de tal envergadura, y era poco frecuente hallar notas que salieran de los deportes profesionales y más populares. Por supuesto que había eventuales excepciones, y las páginas 20 y 21 (tituladas simplemente “Estos pibes la rompen”, en mayúsculas) de ese número de la revista eran una de ellas.

Allí, el cronista Horacio del Prado cuenta una historia entrañable. El extendido rumor de un súper equipo infantil, de esos invencibles, fue muy tentador para su curiosidad profesional. Una tarde, se acercó hasta el complejo polideportivo de Argentinos Juniors y vio con sus propios ojos a los mentados “Cebollitas”. Superando incluso todo lo que había escuchado, se deshizo en elogios hacia ese combinado de chicos que ni siquiera habían llegado a la novena división de AFA. A tal punto llegan los halagos, que compara el nivel de juego de ese grupito de pibes de 12 y 13 años con el San Lorenzo de 1968 (los célebres “Matadores”, campeones invictos famosos por ganar y golear) o, increíble y premonitoriamente, con el entonces puntero e imparable Huracán de Menotti… Sobre el final de la nota, incluso, es citado Pedro Malaspina. A él le atribuye la definición de que “estos pibes la escolasean como los dioses”.

El talento y el orden de los Cebollitas cautivaron su atención, sí, pero reparó sobre todo en el rol del verdadero factor decisivo del equipo: Francisco Gervasio Cornejo, al que citó simplemente como “Franci, de Argentinos”. La descripción que hizo del inolvidable entrenador y formador cuadra a la perfección con el recuerdo de sus contemporáneos: toda una vida dedicada a Argentinos (más de veinte años en aquel momento), y toda su atención y sus recursos puestos en función de potenciar a los chicos. Verdadero segundo padre de sus jugadores, el cronista nos cuenta cómo revisaba con minuciosidad los boletines de calificaciones escolares y que sólo le daba el olivo del equipo a aquel pibe cuyas notas bajaran. También, cómo su equipo se había vuelto una familia extendida en la que no quedaba cumpleaños sin festejar. O la tan curiosa como exitosa iniciativa de reunirlos por grupos fuera de los partidos y prácticas para fomentar el compañerismo y la formación de un vínculo entre ellos. Antes que nada, nos habla de su infinita modestia, no queriendo salir en las fotos ni ser nombrado en artículos periodísticos, para no anteponer su ego a su labor.

Como no podía ser de otra manera, el artículo hace referencia al jugador distinto de aquella memorable categoría 60. Un Diego Armando Maradona de apenas 12 años de edad, alumno de séptimo grado, aparece en el centro de la página -en la foto que ilustra esta nota, tomada por Prego-, erróneamente citado como “correntino que vive en Fiorito desde los nueve”. También tenemos allí una referencia de la que otros medios ya se habían hecho eco: el alcanzapelotas de Argentinos que hacía las delicias de los hinchas en los entretiempos a puro jueguito con el balón. A pesar de su extrema juventud, El Gráfico ya hacía referencia a los intentos de “dos clubes importantes” por llevárselo antes de que llegue a novena, ofreciéndole dinero a sus padres. La conocida negativa familiar se explica, justamente, por la función y la contención de Cornejo, el principal argumento que explicó que ese diamante en bruto fuera moldeado en el mejor Semillero.

En épocas de hiperconectividad, redes sociales y una omnipresencia de los medios de comunicación, tal vez sea difícil dimensionar lo que significaba, cuarenta años atrás, aparecer en un medio como El Gráfico. Francis Cornejo, el humilde empleado de banco que se desvivía por buscar pibes habilidosos para nutrir la cantera de su amado Argentinos, hizo posible que su criatura empezara a ser conocida por todos, cuando sus jugadores ni siquiera habían jugado un torneo federado. Tenemos el orgullo de saber que sus valores y su calidad humana fueron la varita mágica que convirtió a potenciales figuras en ídolos de clase mundial. De nada serviría repasar una vez más el sinnúmero de jugadores descubiertos por él. Por el momento, nos conformamos con compartir este pequeño pedacito de historia con su recuerdo, esté donde esté. Vaya, también, el cariñoso abrazo para todos los Cebollitas, artífices de lo inolvidable y protagonistas de uno de nuestros planteles más famosos de todos los tiempos y de todas las categorías.

Autor: Prof. Tomás Gonzalez Messina
Fuente: Revista El Gráfico, N° 2811 (edición del 21/8/1973)


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