El volante de la Séptima División cuenta su historia de sacrificio en pos del sueño: poder vivir del fútbol y sacar a su familia del barrio.
Oscar Brítez no piensa en cómo será su vida en algunos años. Se esfuerza día a día para cumplir su meta: entrena, estudia y trabaja. El documento dice que nació el 28 de marzo de 2005, pero tiene la vida de un hombre. Y se hace cargo porque, después de su mamá, es el mayor de la familia.
Aunque nació en el Bajo Flores, a pocos metros del CEFFA, la historia del Zurdo empezó en Vélez. “No me daban los horarios y me fui. Por suerte mi padrino me consiguió una prueba en Argentinos, quedé y me pude acomodar”, afirma.
Sabe, sin embargo, que el barrio no es un lugar fácil. Las tentaciones están en todos lados y ahí es donde surgió una de sus grandes decisiones: abandonó la casa familiar para irse a vivir a una pensión, con la ayuda del club y de su representante. “Si me quedaba en la esquina con los pibes no me iba a agregar nada. Gracias a esto tengo una rutina”, sentencia.
Para poder desempeñarse en El Semillero del Mundo, Oscar sabe que debe cumplir con la escuela. “Soy vago -cuenta- pero cuando presto atención entiendo rápido. Estoy yendo y tengo que hacer unos trabajos prácticos para ir aprobando las materias”.
Pero su día no termina ahí. Además de entrenar por la mañana y prestarle atención al colegio, el Zurdo es profe: consiguió una pasantía en Alvear que lo ayuda a solventar algunos de sus gastos y también le mantienen la cabeza ocupada. “Ayudo a los chicos 2009 y 2010, aunque a veces también doy una mano con otras categorías. Me gusta”, dice. Y agrega: “Si el día de mañana no se me da el fútbol, tranquilamente podría estudiar para ser profesor de educación física”.
Se crió gambeteando obstáculos, en la cancha y en la vida, pero aún queda el regate más difícil. Sabe que su familia sigue en el barrio que lo expulsó y, a pesar de extrañar la vida con ellos, esa lejanía se convirtió en su motor: “Mi primer objetivo es seguir aprendiendo y sueño con terminar el año en reserva. Pero mi gran sueño es poder vivir de esto y comprar una casa para poder volver a vivir con mis papás y mis hermanos”.
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