Argentinos Juniors volvió al triunfo después de tres partidos en la víspera de su 117° aniversario y la alegría es completa. En un partido donde fue de menor a mayor, aprovechó su momento y sumó tres puntos importantes para reencauzar el rumbo.
La tarde sabatina era inmejorable para la práctica del fútbol, exactamente al contrario de lo que sucedió en la última jornada ante Boca. Esta vez no había calor, frío, viento, lluvia ni humedad y sí un cielo totalmente despejado. Argentinos plantó en cancha un equipo similar al de su compromiso de seis días atrás. El único cambio fue el del averiado Ávalos por Nicolás Reniero, un futbolista al que los primeros partidos se le hicieron cuesta arriba. En esta ocasión, se le presentó la chance para reivindicarse.
El encuentro era interesante en un inicio. Argentinos salió a atacar y con la intención de plantarse en el campo rival. Sin embargo, pronto se vio limitado por la postura del equipo de Sanguinetti. Con recuperaciones rápidas, buen manejo de pelota y mucha velocidad para sacar el contragolpe, el visitante se erigió en dominante durante todo el primer tiempo. Con apenas 12 minutos en el cronómetro, ya había tenido cuatro llegadas muy similares: pérdidas de Argentinos en ataque, pases largos a espalda del mediocampo local y un excelente dominio del extremo derecho Juan Álvarez para proponer en ofensiva. Invariablemente, todas esas buenas jugadas fueron salvadas con lo justo por una defensa que jugó al límite pero nunca cayó en el error. En ese lapso, el Bicho finalizó sin disparos al arco. La principal diferencia con otros partidos fue que el equipo de Milito perdió su presión alta en la salida rival y la aspereza en el mediocampo que lo caracterizan.
La segunda parte se inició con dos cambios necesarios para recuperar la iniciativa, delatando un acierto en el diagnóstico del cuerpo técnico local. Los ingresos de Cabrera y Florentín trajeron mayor peso ofensivo. El primero armó una sociedad tan improvisada como provechosa con Reniero. El 10, por su parte, se asoció bien con sus compañeros en el medio y fue uno de los responsables de mantener la pelota en tres cuartos del campo rival. Si bien le faltaba algo de claridad en el manejo de balón, el equipo pudo inclinar el campo y asediar el área de Altamirano. Precisamente así llegó el primer gol, con un cabezazo limpio de Reniero en la puerta del área chica tras un córner derecho apenas a los seis y medio de juego. Cuatro minutos antes, había avisado con un tiro libre desde la medialuna.
El tanto no trajo una tranquilidad inmediata, ya que enseguida el taladro lo pudo empatar luego de un tiro libre cerca del área. Este es un déficit que se viene evidenciando desde hace varios partidos y que costó dos puntos el domingo pasado. A pesar de esa turbulencia, rápidamente llegó también el 2-0. Esa ventaja no se explica tanto por un alza en el rendimiento de Argentinos sino en el inexplicable bajón del equipo visitante. En la segunda parte, Banfield apenas fue una sombra del equipo picante, veloz y atrevido que había dado espectáculo en el inicio y perdió por completo el control de la pelota. Sobre los 60’, Gabriel Florentín sacó a pasear a Lautaro Ríos, quien le terminó cometiendo penal con un burdo agarrón de la camiseta. Gabriel Carabajal se hizo cargo de la ejecución a pesar del pedido de Reniero y convirtió merced a un muy buen remate cercano al palo derecho de Altamirano.
El segundo tanto terminó de derrumbar a un visitante que apenas fue un partenaire en los largos treinta minutos finales, mientras Argentinos administraba su ventaja con inteligencia. Además, enseguida estuvo condicionado por la expulsión de su central Alexis Sosa tras un artero codazo a Reniero. Fue recién entonces cuando Sanguinetti se dispuso a hacer cambios en la ofensiva. Casi le dan resultado inmediato a los 31 y a los 36, cuando la visita pudo descontar aprovechando sendos errores en la salida del ingresado Quintana, subsanados con lo justo entre el resto de la defensa y Chaves. Luego de ese pasaje de turbulencia, Argentinos se reafirmó y recuperó las riendas del partido, merodeando en varias ocasiones el tercer tanto. Así, finalizó con tranquilidad un partido en donde había empezado corriendo de atrás y hoy, domingo 15 de agosto, puede celebrar su 117° cumpleaños con la sonrisa de haber vuelto a la victoria.
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