Matías Caruzzo, surgido de las Inferiores de Argentinos y figura del Clausura 2010, anunció su retiro del fútbol.
La Revolución de Mayo fue, para Argentinos Juniors, en 2010. El 9 de aquel mes, en Boyacá y San Blas, miles y miles se agolparon contra el alambrado del Diego Armando Maradona, su verdadero Cabildo. No temían enfrentarse a los reyes, aún cuando sólo quedaba una oportunidad para cambiar la historia. Así fue.
Matías Caruzzo se convirtió, desde esa tarde y para siempre, en un prócer. No llevaba escarapela, pero sí una cinta que le bastó para empapar de valentía la camiseta y cortar una sequía de 25 años. Lo hizo cambiando un rebote por un grito de gol que desgarró incontables gargantas. Y que quedó grabado para siempre.
Para siempre, como el amor que construyó con el club que lo vio dar sus primeros pasos. También los últimos: el mariscal, capitán de aquellos días de gloria, anunció su retiro del fútbol tras finalizar su tercera etapa en El Semillero del Mundo.
De sus pasos por La Paternal quedaron más que solo recuerdos. Fue figura del Torneo Clausura 2010, consiguió el ascenso a Primera División en 2014, y su última función fue en el equipo que consiguió la clasificación a octavos de la Copa Libertadores tras diez años lejos del certamen continental.
Aunque hoy decidió irse, Mati eligió quedarse el día que se metió en el corazón de los hinchas. Y ahí va a estar para siempre.
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