Un plantel equilibrado, un entrenador con el ADN del club, una campaña brillante y un título tras 25 años. El Departamento de Historia lo recuerda desde tres puntos de vista.
Los antecedentes
El plantel conducido por Claudio Borghi venía de realizar una muy buena campaña en el Torneo Apertura 2009, habiendo finalizado en la sexta colocación con 32 unidades, 9 puntos por detrás del Banfield de Julio Falcioni. Además, acabó ese torneo con apenas tres derrotas, siendo el segundo conjunto con menos caídas (detrás del campeón, que sólo fue vencido en dos ocasiones). Los ocho empates repartidos entre el inicio y el final del torneo fueron sin dudas el principal lastre a la hora de la verdad, alejando al equipo de los puestos de vanguardia.
Más allá de eso, las perspectivas de cara al Clausura 2010 eran buenas teniendo en cuenta que la lucha por la permanencia ya no era una gran preocupación y que hacia el final del certamen previo ya estaba bien visible la línea de juego que pregonaba Borghi. Llegado al banco del club tras su irregular ciclo en Independiente y su campaña rimbombante en Colo Colo, eligió hacer la pretemporada veraniega en Temuco, para aprovechar el aislamiento y la tranquilidad del sur del país trasandino.
Los inicios
Con el veterano José Luis Calderón como incorporación estelar (quien fue lo suficientemente audaz como para incluir en su contrato una premonitoria cláusula especial en caso de consagrarse campeón), el equipo inició su participación recibiendo a Boca, y doblegando por momentos al equipo de Palermo y Riquelme. Un agónico empate en dos tantos con una conquista sobre la hora a cargo del por entonces resistido Ismael Sosa en la última noche del mes de enero fue el primer paso en el certamen. A propósito del torneo, es de destacar que estaba programado para finalizar a mediados de mayo, debido a la proximidad de la Copa del Mundo de Sudáfrica, a la que el equipo nacional clasificó de manera agónica bajo la dirección técnica de otro hijo dilecto de la casa como Diego Maradona.
La relativa proximidad de la conquista hace que las estadísticas salgan de memoria. Tras un comienzo algo dubitativo y algunas suspensiones debido a fuertes lluvias en las primeras fechas, el equipo preocupó a los hinchas luego de perder ante Banfield y Godoy Cruz por 3-0 y 2-1, respectivamente. Esa derrota como local llevó a algunos cuestionamientos del DT y del plantel, a pesar del triunfo resonante por 6-3 obtenido semanas atrás en una tórrida tarde de febrero en la cancha de Lanús. La séptima fecha suponía una de las paradas más bravas del campeonato: Argentinos debía visitar a Estudiantes de La Plata en cancha de Quilmes. El entonces vigente campeón de América era prácticamente imbatible como local y recibía al Bicho con diez de sus titulares (todos, a excepción de Verón). Haciendo valer la ley del ex, “Caldera”
convirtió el único tanto de un partido más trabajado que bien jugado, donde primó la inteligencia defensiva de un plantel que no contaba con Ortigoza, una de las fijas en el once inicial.
De paradas bravas y triunfos resonantes
El triunfo ante el Pincha fue un parteaguas en ese torneo. El empuje de esa valiosa victoria se complementó con sendos triunfos por la mínima ante Vélez y Racing, y un empate como local ante Tigre por un insólito error de Peric. Con Argentinos ya encaramado entre el lote de equipos que peleaba arriba, se venían dos partidos difíciles: River en el Monumental y Central en Arroyito, además del cruce contra Chacarita en La Paternal. El equipo de Borghi se valió de su buen momento y de las urgencias de sus tres rivales y obtuvo tres triunfos en fila (3-1 en casa y sendos 1-0 como visitante), que lo acomodaron junto a Independiente, Estudiantes y Godoy Cruz entre los contendientes al título a falta de seis fechas. El choque ante Arsenal de la 15ª fecha fue complejo, pero el equipo pudo traerse un empate vital de su visita a Sarandí, gracias a un gol de Coria sobre el final del encuentro. Y fue en el duelo ante San Lorenzo en su estadio del Bajo Flores en que el equipo se puso los pantalones largos y dejó de ser una revelación para ser un candidato: con una brillante labor de Ismael Sosa, el equipo dio vuelta un partido sumamente complejo. El delantero proveniente de Independiente tuvo que esperar hasta esa fecha para cambiar los murmullos por ovaciones. Fue el autor material de las conquistas que permitieron revertir el resultado recién en el último minuto, y salió airoso de un memorable duelo personal con Pablo Migliore, arquero del Ciclón.
El triunfo inolvidable
Luego de semejante golpe, un Argentinos que marchaba en la segunda colocación debía recibir en casa al tercero de la tabla. El Independiente de Américo Gallego había empezado el torneo en gran nivel (ostentando la punta por varias de las jornadas iniciales), pero luego había mermado su rendimiento, siendo superado en las posiciones por Estudiantes y el propio equipo de Borghi. Merecedor de un artículo aparte, el partido disputado el 9 de mayo de 2010 en un Diego Armando Maradona repleto de punta a punta fue seguramente el juego más emocionante disputado en el nuevo estadio, y uno de los más emotivos de los últimos treinta años en todo el fútbol argentino. A puro corazón, y mediando ciertas decisiones difíciles de comprender en la previa por parte del entrenador, el equipo pudo revertir un 3-1 en contra para convertirlo en un 4-3 a favor que dejó al “Diablo” fuera de combate recién en el tiempo de descuento, con un gol de carambola del capitán Matías Caruzzo. En simultáneo, Estudiantes no se sacaba ventajas con Rosario Central en el estadio Centenario, lo que ponía a Argentinos en la cima del campeonato. La alegría, las lágrimas de felicidad y el orgullo inconmensurable aún viven en el recuerdo de todos quienes asistimos ese día al estadio.
La puntada final
El partido decisivo ante Huracán en el Ducó quedó más bien para la anécdota, y fue la excusa para una histórica caravana de hinchas del Bicho que agotaron todas las entradas
y los remanentes puestos a disposición por el club de Parque Patricios. Más de 15.000 personas colmaron el sector visitante de la cancha del globo y vibraron de la mano de un equipo que ganó cómodamente ante un rival que agonizaba en la categoría. Ni el más pesimista pensó que el título se podía escapar luego de la final anticipada ganada con el corazón siete días antes en La Paternal. La fiesta y la vuelta olímpica se trasladaron a la casa propia, donde treinta mil personas festejaron junto al plantel el primer título de la historia que fue obtenido en sede propia.
Recuerdos de dos generaciones
Considerando el valor tan especial que tiene este título para las generaciones más jóvenes, en esta ocasión no sólo fuimos a buscar los testimonios de los amigos de “El Rincón del Vitalicio”, sino también los de algunos hinchas menores de 30 años de edad, quienes no habían nacido cuando el club tuvo su momento de gloria a mediados de los años ochenta.
Nuestros socios de toda la vida recuerdan a este equipo con gran cariño, más que nada desde el costado emotivo. Para casi todos, fue la primera vez en que pudieron compartir la alegría de un campeonato de Primera División junto a sus hijos y nietos. Las primeras memorias que brotan son el inmenso placer y la satisfacción de haber presenciado en la cancha junto a sus amigos y seres queridos algunos triunfos como ante San Lorenzo, Independiente o Huracán, y la felicidad por acompañar a su descendencia y a la camada de hinchas más jóvenes en su primera conquista.
Habiendo visto tanto fútbol a lo largo de su vida, destacan al tándem Ortigoza-Mercier como el factor decisivo de ese plantel (reconociendo el mérito de Ricardo Caruso Lombardi en su creación algunas temporadas antes). También ponderan con orgullo la importante presencia de jugadores del Semillero en la formación titular, y rescatan el rol como mariscal de Caruzzo, la sapiencia y el aplomo de Calderón, y el desparpajo y la irreverencia de Ismael Sosa, la más grata revelación del certamen. Por último, pero no menos importante, valoran el aporte del “Bocha” Batista desde el banco de suplentes. Conocedor como pocos de los jugadores juveniles del club, el entonces ayudante de campo de Borghi fue el nexo decisivo entre el DT y los más pibes, y otro de los responsables de que el equipo campeón llevara la impronta histórica del fútbol del club.
Por su parte, algunos de los hinchas más jóvenes consultados al respecto coinciden en mencionar la satisfacción que sintieron al poder experimentar tamaña alegría junto a la generación que los precedió. Conforme fue avanzando el torneo, todos empezaron a sentir gran confianza en el plantel y el cuerpo técnico, al ver que los partidos se jugaban con una palpable mentalidad ganadora. La ilusión fue aumentando con el correr de las jornadas, al ver que todos los partidos se podían ganar, principalmente debido a la entrega, el aplomo y la convicción del plantel. Si hay algo que los enorgullece por encima de todo es que recuerdan al del Clausura 2010 como uno de los mejores equipos que vieron con la camiseta del club, algo más significativo teniendo en cuenta que se trata de una generación que vivió más momentos dolorosos que alegrías.
Otra de las coincidencias que subyace a sus vivencias es la de reconocer el triunfo por 4-3 ante Independiente como el partido más emotivo que vivieron en su vida. Varios, incluso, afirman que ya se sintieron campeones luego de esa jornada, pese a luego verse invadidos por la ansiedad y los nervios en la previa al encuentro decisivo ante Huracán. Dejando de lado lo emotivo, discrepan al momento de elegir el que fue el punto de quiebre del torneo. Mientras que algunos se quedan con triunfos resonantes como los que se dieron ante River o Estudiantes o el 2-1 a San Lorenzo en Bajo Flores, otros optan por el rimbombante 6-3 a Lanús en el Sur o con la laboriosa victoria sobre Central en Arroyito, no tanto por los resultados en sí mismos sino por lo que representaron en el contexto en que se dieron. La elección del futbolista decisivo también es tema de opinión, aunque la mayoría coincide con los Vitalicios en elegir a Ortigoza y Mercier, y sitúan muy cerca a jugadores como Ismael Sosa o José Luis Calderón, bien por su aporte goleador, bien por su rol y ascendente en el plantel.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS AA. VV., Campeón 5 estrellas – Argentinos Juniors – Clausura 2010, Buenos Aires, Argentinos Juniors y su Gente, 2010. Lombardi, Diego (Editor), 110 AAAJ, de Mártires a Bichos, Buenos Aires, Ed. Del Autor, 2014.
REFERENCIAS HEMEROGRÁFICAS:
Diario Clarín Deportivo (VV. EE.), febrero-mayo, 2010. Diario Olé (VV. EE.), febrero-mayo 2010.
REFERENCIAS ESTADÍSTICAS:
Consultadas en RSSSF.com Créditos: Juan Pablo Andrés.
TESTIMONIOS:
Facundo Vivardo, Franco Oddone, Gonzalo Mallón, Ramiro Barrera y “El Rincón del Vitalicio”.
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