114° aniversario: La primera parte de la historia (1904-1976)
En 1904, hubo un grupo de pibes porteños para quienes el fútbol era cuestión de desvelo. La actividad que los distraía de su dura realidad cotidiana en donde la única certeza era el trabajo a destajo para ganarse el mango. Una vida signada por adversidades y desafíos cotidianos los llevó a tomar conciencia de su realidad, el primer paso para intentar cambiarla. Darle forma de Asociación al equipo del barrio fue su manera de reivindicar su visión del lugar que tenían en la sociedad. Había personajes con suficientes ganas y empuje como para ocupar todos los puestos del campo de juego y hasta los dirigenciales. Y claro, ¡si el club era su vida! Así fueron los primeros lustros: con más ganas que formalidad.
No importaba que no todos fueran cracks, sino que fueran amigos y que pensaran parecido. Ya llegaría (y en qué forma) la época de los grandes jugadores. De deambular de liga en liga hasta conseguir el memorable ascenso de 1921, el primer gran logro deportivo. Después, otro mojón, cuando en 1925, tras más de 24 años de itinerancia forzosa se llegara a la primera casa que verdaderamente sentimos propia: Avenida San Martín y Punta Arenas, en el corazón de La Paternal. Y, de ahí, de nuestra patria chica, salió la primera camada de la inagotable serie de futbolistas de primera línea. Esos fenómenos nos pusieron en el mapa, y fue de la mano de ellos que llegamos al profesionalismo en 1931.
Por supuesto que el camino se adivinaba ríspido. Era difícil estar a la altura de otras instituciones, lo que se plasmó categóricamente en el descenso de 1937, tras años de magras campañas. Pero como nunca se cierra una puerta sin que se abra una ventana, fue poco después que apareció un salvador: Gastón García Miramón, quien evitó la desaparición del club en buena medida porque puso su pericia y sus recursos personales en pos de ponernos a flote. Mediante una hipoteca sobre su propia casa consiguió el dinero suficiente para acceder al lote de Boyacá e instalar allí el nuevo estadio, inaugurado con un triunfo sobre Barracas Central el 27 de abril de 1940, iniciando un camino hacia el título en Segunda que nos hubiera devuelto a nuestro lugar de haber primado el reglamento por sobre un capricho dirigencial, que nos dejó 15 años más en la división de plata bajo vaya uno a saber qué excusas.
Durante los años 40 La Paternal vio jugar al “mono” Héctor Ingunza, máximo goleador de la institución con 142 goles. En 1948, Argentinos venía puntero y encaminado al título, pero una huelga de jugadores frenaría el campeonato a falta de pocas fechas para el final. El certamen se suspendió y se le otorgó el ascenso a los equipos previamente descendidos de Primera División, negandonos nuevamente lo que se estaba consiguiendo legítimamente dentro del campo de juego. En la década siguiente el club volvería a donde pertenece. Luego de varios años peleando primeros puestos, Argentinos Juniors se consagró campeón del torneo de 1955 y lograría el ascenso luego de 18 años. El equipo que consiguió tal hazaña fue honrado con el sobrenombre de “Tifón de Boyaca”, por el juego ofensivo y porque “arrasaba” con los rivales.
Ya consolidado en la Primera División, Argentinos Juniors empezaba a mostrar una cualidad que nos distinguiría a lo largo de nuestra historia, el Semillero. La calidad de los jugadores formados por nuestra cantera se comenzaría a plasmar sostenidamente desde 1960. En ese año el club conseguiría el tercer puesto, peleando el campeonato hasta la fecha final, algo que cobra aún más valor cuando consideramos que hasta esa fecha ningún equipo fuera de los considerados “cinco grandes” había obtenido un título. Este equipo es recordado por muchos como el mejor plantel que jugó con nuestros colores. También fue entonces cuando nació el apodo de “los Bichos Colorados”, otorgado en pos de los colores de la camiseta y de lo efectivo que era el equipo de local. La proeza futbolística llevaría a un crecimiento institucional y comenzaría la consolidación a nivel social y deportivo. Por ello, en 1965 se iniciaron las obras en el Polideportivo “Las Malvinas”, nueva y definitiva sede social en la orilla norte de La Paternal.
Si a un hincha de Argentinos se le pregunta qué es lo que más le enorgullece del club, la respuesta probablemente sería el Semillero. Un Semillero que creció debido a los grandes méritos de algunos pioneros. En 1973, Francis Cornejo, una de las personas más apreciadas de nuestra institución, formó un equipo de juveniles que todavía no tenían edad para entrar a la novena división para disputar los Juegos Evita de ese año. Este equipo, llamado Los Cebollitas, pronto se convirtió en el mejor equipo juvenil del país, al estar más de cien partidos invicto y consiguiendo abultadas victorias, adjudicándose los juegos Evita ’73 y ’74. Luego, dominaron en su paso a divisiones juveniles de AFA, disputando los torneos de novena y octava. La figura de este equipo era Diego Armando Maradona. El “Pelusa”, de un talento inigualable, debutó en Primera a diez días de cumplir 16 años en la cancha de Juan Agustín García y Boyacá, allá por octubre de 1976. Desde ese día, nada sería igual para Argentinos Juniors.
Autores: Damián Lew, Tomás González Messina y Gerardo van Junker.
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