Hoy conmemoramos la lucha por la igualdad, por el reconocimiento y ejercicio de los derechos de las mujeres.
Lejos de ser un día festivo, conmemoramos que el 8 de marzo de 1908, 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, luego de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo. Los motivos fueron reducción de jornada laboral a 10 horas, un salario igual al que percibían los hombres que hacían las mismas actividades, y mejoras en las condiciones de trabajo. El dueño de la fábrica ordenó cerrar las puertas del edificio para que las mujeres desistieran y abandonaran el lugar. Sin embargo, el resultado fue la muerte de las obreras que se encontraban en su interior.
Es un día de lucha, no de festejo. Al día de hoy, uno de los reclamos de los movimientos feministas sigue siendo «igual trabajo, igual remuneración». Hemos avanzado mucho, pero falta todavía. Todo lo que hemos logrado ha sido sobre las huellas de quienes nos antecedieron, y esas huellas, lamentablemente, están marcadas por la violencia, la discriminación y la muerte.
Por eso no celebramos, rememoramos para no perder el camino de la lucha.
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