Franco Marchetti, volante central de la Reserva, tendrá su primera pretemporada a la par del equipo de Berti. Y, pese a las ansias por dialogar con Machín acerca del puesto, no pierde la calma: «Quiero ganarme un lugar».
Es el Templo del Fútbol. Mientras recorre los pasillos, no le alcanza la vista para registrar en la memoria cada una de las reliquias que lo rodean. No son sólo fotos. Tampoco copas o camisetas. Hay botines que hicieron historia. Hay postales que quedaron en el recuerdo. Son esos nombres que se grabó de chico, cuando apenas daba sus primeros pasos. Y se ilusiona, porque entre tantos sueños resalta uno: el de «dejar una huella en el club».
Pero antes de seguir recorriendo, se frena. Hay una figura que lo atrapa. La observa, sin decir una palabra. No es un espejo, no. Pero desearía que lo fuera. Porque frente a sus ojos está la imagen de Cristian Ledesma, ése jugador al que admiró toda su vida. «Lo tengo allá arriba. Venía a la cancha y lo veía al Lobo», recuerda Franco Marchetti quien, con apenas 19 años, se la pasó gambeteando obstáculos para dedicarse al fútbol.
Al temperamento también hay que entrenarlo. Si bien llegó al club en 2013, con edad de Octava, antes probó su suerte en Boca y Vélez, donde no quedó. Aunque esos golpes, en lugar de frenarlo, lo invitaron a seguir. «Cuando llegué a casa la segunda vez que me dejaron libre, mi mamá se puso a llorar. Le dije que se quedara tranquila porque iba a conseguir club y que mi deseo era jugar», relata. Y agrega: «Cuando vine a Argentinos, de la mano de Damián Facciuto, me di cuenta de que sí importa dónde estás. Este contexto te marca».
De hecho, el volante central de la Reserva, que inició su recorrido en un club de Villa Martelli, se convirtió en una pieza clave del equipo de Raúl Sanzotti, quien «hace mucho hincapié en lo formativo, más allá de lo técnico» porque los prepara «física y mentalmente» para el gran desafío. ¿Cuál? El que tendrá el 4/1, cuando inicie la pretemporada a la par del plantel de Primera.
¿Qué se te cruza por la cabeza?
Alegría. No tranquilidad, porque todavía no logré nada, pero me pone muy contento. Es una felicidad inmensa.
¿Hablaste con alguno de los jugadores de Primera?
Tengo relación con Nico González, Alexis o Francis Mac Allister. Uno siempre les pregunta cómo son Pisculichi o Machín… Esas cosas que te atraen. Y ellos me dicen que esté tranquilo, porque saben que soy muy temperamental. Me insisten con que tengo que ser natural y trabajar como lo hago siempre.
Argentinos históricamente se destacó por los jugadores surgidos del Semillero. Puntualmente, por los de tu puesto. ¿Qué te representa esa estadística?
Y, yo siempre valoro dónde estoy, sea en Cuarta, Quinta, de suplente o como titular. Cuando empecé a jugar en la Reserva me di cuenta de la dimensión de lo que es llevar la camiseta 5… Te exige a rendir. No se explica, pero lo sentís.
¿Te acordás del debut en Reserva?
¡Cómo olvidarlo! Fue a mitad de año, en Patronato, un día de lluvia… Igual, por mi juego, ese clima me motiva el doble. Pero fue una felicidad enorme. Estuve ansioso, sí, pero siempre me tomo todo con tranquilidad.
¿Sos de acercarte al arco?
No mucho. Estoy muy pendiente de lo que pasa y pierdo el ímpetu de ir, salvo que tengamos que ir a buscar el partido. Pasa que mi punto fuerte es la marca: siempre me focalizo en eso y en asistir a mis compañeros.
¿Y si alguno se va y no vuelve? ¿Le decís algo?
Los chicos ya me conocen. No me callo, soy de hablar bastante… Saben que soy insoportable. Y si alguno no está en su lugar, tácticamente hablando, me hacen caritas o se ríen, pero siempre me escuchan. Te hacen sentir líder… En parte, desde chico tuve eso de organizar las cosas y demás.
Fuera del fútbol, ¿hay algo que te guste hacer?
Agarrar la bici e irme lejos. También leer. Me gusta ir a comprar libros e informarme sobre política o historia. Ahora, por ejemplo, estoy con la Revolución Rusa. Si veo algo que me atrapa, lo elijo. También leo mucho en Twitter… Quiero estar al tanto de lo que le pasa al país.
¿Con la tele también? ¿Hacés zapping entre los noticieros?
No, eso no. Miro fútbol todo el día. En mi familia todavía me lo aceptan… Incluso mi hermana, que a veces no la dejo ver los dibujitos. Es más: me pongo alarmas para ver partidos. Me levanto a ver un Barcelona-Real Madrid, sí, pero un Barcelona-Eibar también, eh.
¿Estudiás algo?
Terminé el secundario hace unos meses. Por el fútbol tuve una pausa y perdí un año. Si bien ahora arranqué inglés y portugués, todavía no me metí en ninguna carrera. Igual, me llaman mucho las Ciencias Políticas. El tema es que primero elijo el fútbol… En mi casa, por ejemplo, no cayó bien el hecho de retrasarme con el secundario, pero me veían feliz con esto y lo entendieron.
¿Y en el club? ¿Qué te dicen?
Hace poco, Borrelli pidió todos los analíticos para ponerse al día sobre cada uno… Ahí hubo consecuencias.
Igual, ahora debés tener la mente en el 4/1…
Ni hablar. Siempre trato de ponerme metas cortas para poder cumplirlas. Quiero hacerlo de la mejor manera y ganarme un lugar. El debut sería hermoso, porque uno quiere al club, pero hay que ir de a poco…
¿Te motiva el hecho de que haya tantos chicos en Primera?
Y, la verdad que sí. Mucho. Me aferro mucho a eso. Cambia el panorama, porque te sentís más acorde al grupo. Ojo, no te digo que de otra manera te aparten, pero por ahí por un tema de edad las cosas que se charlan te hacen sentir más cerca. Hay chicos con los que compartimos plantel y hasta entrenamientos en el CEFFA…
¿Te hicieron algún comentario?
Que los entrenamientos eran muy exigentes, pero yo tampoco quiero preguntar mucho. Es como que si no lo vivo, tampoco quiero agobiar al que sí lo pasó.
Bueno, pero si tenés a Pisculichi y a Machín al lado, algo les decís…
(Piensa) Y… No se me ocurre algo puntual. Tampoco es que soy vergonzoso, eh. A Machín, por ejemplo, le preguntaría por el puesto y sus experiencias, porque tiene una gran trayectoria. Lo mismo pasa con Pisculichi, que jugó copas internacionales. Son increíbles.
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