El Departamento de Historia de Argentinos Jrs se suma a las celebraciones por el Día del Hincha y repasa la obtención de la Copa Libertadores de América de 1985, el máximo logro futbolístico en los 112 años de existencia de la institución.
Los antecedentes
Argentinos había iniciado la década de 1980 con un meritorio subcampeonato en el último año en que Diego Maradona formó parte del plantel. En 1981 había ciertas expectativas por los resultados precedentes y por los cinco jugadores cedidos por Boca Juniors a cambio del préstamo del “Pelusa”. Pero, más allá de un comienzo rimbombante, el equipo se fue desluciendo y finalizó el torneo peleando por permanecer en la Primera División. Aún se recuerda el partido definitivo en que el Bicho condenó al descenso a San Lorenzo en dramática definición. Ya en 1982, con los ingresos percibidos por la venta de Maradona al Barcelona de España, se pudo conformar un plantel con algunas incorporaciones de jerarquía y bajo la batuta de un hombre de la casa como el “Tano” Ricardo Trigili. De todos modos, una eliminación en primera ronda en el Nacional y un magro 13º lugar entre 19 participantes en el Metropolitano no estuvieron a la altura de las expectativas. A fines de ese torneo (que concluyó a principios de 1983) la dirección técnica fue asumida por Ángel Labruna, principal artífice del equipo que saldría campeón de Primera División en 1984 conducido por Roberto Saporiti. El primer título en la historia del club habilitaba el debut absoluto en la Copa Libertadores del año siguiente, a la que Argentinos llegaba como una escuadra de cuidado y no solamente por sus resultados inmediatos sino también por la línea de juego vistoso, ofensivo y efectivo que venía desarrollando en los últimos años.
La Primera Ronda
Más allá de lo respetable que pudiera ser Argentinos en la previa, pocos se hubieran animado a vaticinar los futuros resultados tras saber que el grupo 1 de la Copa sería compartido con Ferrocarril Oeste (campeón del Nacional 1984) y con Vasco da Gama y Fluminense, dos de los más tradicionales y poderosos equipos de Río de Janeiro.
El debut internacional fue una derrota por la mínima ante el vecino de Caballito un jueves 25 de julio en el estadio José Amalfitani (donde el “Bicho” fue local) con gol de Esteban González. El panorama se adivinaba complejo porque el siguiente obstáculo a superar era el doble enfrentamiento en tierras cariocas contra Vasco y Fluminense. En el primer partido de esa pequeña gira, disputado el 2 de agosto, el equipo “bacalao” comenzó ganando con un tanto del futbolista Maurizinho. Fue desde ese momento, con un resultado adverso y jugando como visitantes en un ámbito hostil como puede serlo el vecino país, donde se comenzaron a dar muestras de carácter y templanza que habilitaban a pensar en lo que estaba por venir. Argentinos pudo dar vuelta el encuentro con sendos goles de Ereros y “Pepe” Castro en una de las primeras noches de actuación consagratoria que tuvo Claudio Borghi, y también en una de las contadas ocasiones en que un cuadro argentino se retiró entre aplausos de un estadio brasilero. Apenas 72 horas después, fue el turno de visitar el mítico Maracaná para enfrentar a Fluminense, un poderoso equipo cuyo estigma siempre fue su pobre desempeño en el máximo certamen continental. Sacando a relucir la chapa de candidato mostrada en la previa (y, nobleza obliga, sin el juego vistoso de otras ocasiones), el Bicho se impuso por 1-0 con un tanto de Miguel Lemme.
Los cuatro puntos obtenidos en la excursión a la “Cidade Maravilhosa” igualaban a Argentinos con Ferro en la cima de la tabla de posiciones, pero el equipo de Yudica contaba con la ventaja de tener que definir la clasificación jugando en Buenos Aires, mientras que el “verdolaga” aún tenía que visitar a Fluminense. Cuatro días luego de la hazaña en el Maracaná, el Bicho recibió a Vasco da Gama. El encuentro fue incluso más complejo que el disputado ante el mismo rival en condición de visitante. El “Gigante da Colina” dominaba en las acciones y contó con la ayuda de César Mendoza, arquero de Argentinos, quien tuvo la mala fortuna de convertir un gol en contra. Hacia el final del partido, y con la chapa 1-2 a favor del visitante, el capitán Adrián Domenech estableció cifras definitivas tras señalar el empate de manera agónica. Llegaba el turno de volver a enfrentar a Ferro, ahora en condición de visitante. Había cierta preocupación pues el equipo del Oeste llegaba al encuentro en gran nivel y con un Esteban González que llevaba convertidos tres goles en apenas dos partidos. Si bien González conservó su buena racha y anotó su cuarto tanto en la copa, Argentinos se impuso con claridad por 3-1, gracias al autogol de Fantaguzzi y a las conquistas de Borghi y Pavoni. La fase regular del grupo se cerró con un triunfo por 1-0 ante un Fluminense que llegaba a Buenos Aires ya sin chances de avanzar a la siguiente ronda. Mario Videla anotó el gol.
Argentinos acabó el grupo en un primer puesto compartido con Ferro. El reglamento de entonces dictaminaba que, en esas condiciones, debía disputarse un encuentro de desempate. En el mismo, un “Bichi” Borghi inspirado marcó un doblete, que se sumó al gol de Ereros. El descuento de Oscar Garré fue insuficiente y, con ese claro 3-1 final, el Bicho avanzó al grupo de semifinales, donde aguardaba el temible Independiente de Avellaneda, campeón de la Libertadores y de la Intercontinental en el año anterior.
Unas semifinales memorables
El antiguo sistema de disputa de la Copa Libertadores dividía a los equipos en cinco grupos de cuatro integrantes cada uno en la primera ronda. El ganador de cada uno de esos grupos clasificaba a las semifinales. Se asignaba un cupo adicional al campeón vigente, que clasificaba automáticamente a la instancia semifinal, donde se conformaban dos grupos de tres equipos que se enfrentaban entre sí. El ganador de cada uno de esos grupos avanzaba a la definición.
Como se dijo, Independiente había ganado la Libertadores en 1984. Aún conservaba un gran plantel, que permanece en la memoria colectiva como uno de los mejores en la historia del fútbol argentino, y que tenía como principal exponente a Ricardo Bochini, entonces en plena vigencia. Argentinos debía superar una auténtica prueba de fuego si quería alcanzar la final. El grupo se completaba con Blooming de Bolivia, vencedor en el grupo 2 de la primera ronda.
El fixture establecía que el primer encuentro de semifinales se jugaría el 16 de septiembre y sería como local ni más ni menos que ante el vigente campeón intercontinental. Un durísimo encuentro entre los dos “rojos” acabó en un empate 2-2, con goles del “Nene” Commisso y de un “Bichi” Borghi que ya se transformaba en el futbolista decisivo del equipo en la Copa, apareciendo siempre cuando se complicaba el panorama. Tres días más tarde, se viajó a Santa Cruz de la Sierra para enfrentar al Blooming. Un empate en 1 con gol –nuevamente- de Claudio Borghi comprometía la clasificación, pues aún restaba enfrentar al poderoso “Diablo” en la Doble Visera. Se recuperó la calma tras superar en Buenos Aires por la mínima al equipo boliviano con gol del “Panza” Videla, ya que, a su vez, los celestes habían arrancado un empate en Santa Cruz ante el Rojo de Avellaneda, que se impuso con un cómodo 2-0 como local en la revancha. Empatados en puntos, el Diablo y el Bicho debían definir al finalista en un mano a mano a todo o nada en el sur del Conurbano bonaerense.
Es realmente difícil pensar en un partido más prometedor en la previa que la definición de este grupo de semifinales. Dos equipos caracterizados por su buen trato de pelota, por el gran nivel de sus futbolistas, por sus formidables resultados en la previa y por su gusto por el juego tan ofensivo como técnico debían verse las caras en lo que aparentaba ser un duelo generacional trascendental, donde uno de los clubes más tradicionales y ganadores del fútbol argentino recibía en su casa a una humilde escuadra que apenas había conseguido sus primeros grandes logros en los meses previos. Era la ocasión en que la sapiencia y la habilidad de Bochini se medían ante el desparpajo y el talento de ese diamante en bruto que era Claudio Borghi. Era el mediocampo que se iban a disputar con armas nobles los consagrados Giusti, Marangoni y Burruchaga contra Videla, Batista y Commisso. Era el gigante contra el humilde. Eran las siete Libertadores de Independiente enfrentando a un debutante absoluto en ese torneo. La mística contra la épica. Era la final anticipada por excelencia entre los que lo habían ganado todo y los que no se conformaban con los resultados inéditos conseguidos hasta el momento y eran puro hambre de gloria.
El encuentro disputado en Avellaneda el día 10 de octubre tuvo todos los ribetes que podían esperarse en la previa. Las crónicas hablan de un primer tiempo jugado con gran intensidad, donde Argentinos comenzó dominando y teniendo mayor control del mediocampo. Se imponía por 2-0 con un gol del “Pepe” Castro y otro (de penal) del “Panza” Videla cuando, poco antes del entretiempo, “Mandinga” Percudani (el héroe de la Copa Intercontinental 1984 y habitual goleador en partidos clave) descontó para el local. El segundo tiempo trajo consigo una de las definiciones más dramáticas e intensas que se hayan visto entre dos equipos argentinos. El Bicho defendió su ventaja sin dejar de lado su fútbol de ataque, pensando más en liquidar el partido que en hacer control de pelota para cuidar la ventaja mínima. Independiente nunca renunció a su idea ofensiva pero chocó en varias ocasiones con un inspirado “Quique” Vidallé. Hasta que llegó el momento culminante, en que varios corazones se detuvieron tanto en La Paternal como en Avellaneda: ¡penal para el Diablo a los 89 minutos de partido!…La clasificación directa de Argentinos a la final estaba en los pies de un crack como Claudio Marangoni (pues, de igualar esa noche, el finalista debía definirse en un juego adicional de desempate). El rosarino ejecutó su disparo y este fue contenido por un Vidallé que se recibió de héroe con esa atajada. Aún hoy, los hinchas más memoriosos del Rojo de Avellaneda, reconocidos por su “paladar negro”, recuerdan haber despedido a ambos equipos entre ovaciones, por el gran espectáculo brindado. La gloria eterna estaba muy cerca y el Argentinos de Yudica ya había dado todas las pruebas posibles de que merecía ser Campeón de América como el que más.
La definición
Estaba pautada a partido y revancha, con un tercer encuentro en campo neutral en caso de empate. El rival era América de Cali, que contaba con figuras argentinas como el arquero Julio Falcioni y Ricardo Gareca, y que llegaba entonado a la definición tras haber despachado con sendas goleadas a Peñarol de Montevideo (4-0) y a El Nacional de Ecuador (5-0) en los partidos de semifinales que jugó como local.
La localía en el partido de ida le correspondía a Argentinos, que recibió al equipo colombiano el día 17 de octubre en el estadio de River Plate y lo venció por 1-0 con un tanto de Emilio Commisso. La revancha se jugó cinco días después en Cali, y allí el dueño de casa se impuso también por la mínima, gracias al tanto de Willington Ortiz. La igualdad de resultados obligó a disputar el partido de desempate en el Estadio Defensores del Chaco de Asunción, Paraguay, un 24 de octubre como hoy. Allí, 25.000 personas atestiguaron el desenlace de la Copa entre un Argentinos Juniors (que vistió casaca blanca) y el equipo “escarlata”. La paridad siguió siendo la norma y el encuentro terminó igualado en uno, con goles de Commisso para Argentinos (a los 37’ del primer tiempo) y de Gareca para el cuadro colombiano (a los 41’ de la parte inicial). Los treinta minutos de tiempo suplementario no sirvieron para quebrar el equilibrio en el marcador y el campeón se definió por disparos desde el punto penal, en los que Vidallé volvió a meterse en la historia tras contener el penal ejecutado por Anthony De Ávila. Mario Hernán Videla tuvo el enorme privilegio de ser el ejecutor del último penal. Superó a Falcioni y, así, brindó la primera conquista internacional para nuestra institución. Merecido triunfo para un plantel que nunca traicionó su forma de jugar y que se animó a jugar de igual a igual con los mejores, tanto de local como de visitante. Un grupo de jugadores que, treinta y un años después de aquella final, sigue siendo el gran orgullo del club, a idéntica altura que el hijo dilecto Diego Armando Maradona. Ese equipo que, cumpliendo el sueño de toda la hinchada (y respaldado por los aportes de Labruna, Saporiti y Yudica desde la dirección técnica) nos llevó de La Paternal al mundo.
Referencias bibliográficas:
Barraza, Jorge (comp.), “Copa Libertadores de América, 1960-2010”, Tomo I. Luque, Ed. CONMEBOL, 2011.
Frasso, Hugo, “Argentinos Juniors, historia de un sentimiento”. Buenos Aires,
Ed. Del autor, 2004.
Lombardi, Diego (editor), “110AAAJ, de mártires a bichos”. Buenos Aires, Ed.
Del autor, 2014.
Referencias hemerográficas:
Diario Clarín deportivo (VV. EE.)
Diario La nación (VV. EE.)
Revista «El Gráfico» (VV. EE.)
Revista «Sólo fútbol» (VV. EE.)
Referencias estadísticas:
Consultadas en RSSSF.com
Créditos: Osvaldo José Gorgazzi, Víctor Hugo Kurhy, Pablo Ciullini y Karel
Stokkermans.
Sitios web:
http://www.elgrafico.com.ar/0000/00/00/C-993-argentinos85.php
http://www.conmebol.com/es/23102015-2226/argentinos-juniors-conquista-america-en-1985
http://www.infobae.com/2012/10/23/677534-de-la-mano-yudica-argentinos-obtenia-la-libertadores-penales/
http://es.fifa.com/news/y=2012/m=6/news=argentinos-cuna-estrellas-1657503.html
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