Argentinos Juniors cayó por 3-0 ante River en un partido sin equivalencias. Borrado de la cancha por el planteo del rival, nunca encontró los caminos y se llevó una derrota dura pero justa.
Argentinos Juniors tenía una parada brava ante el puntero y en condición de visitante. Algunos optimistas incluso se ilusionaban con el invicto en el Monumental desde que Gabriel Milito está en el cargo. Si bien era factible pensar en un resultado adverso, seguramente nadie se esperaba una derrota carente de atenuantes como la de la tarde-noche del lunes. Apenas comenzado el partido, resultó claro que el planteo avasallante de Marcelo Gallardo haría pasar apuros al equipo de La Paternal.
Los tantos estuvieron bien claros desde el principio: River salió a jugar con la prepotencia de saberse el mejor equipo del certamen y conociendo los puntos débiles de su rival. Atento a que la principal herramienta de Argentinos está en la posesión de pelota, se la quitó por completo y lo asfixió durante largos minutos. La visita no lograba retener el balón por más de diez segundos seguidos y rara vez conectaba varios pases sin ceder ante la intensa presión del oponente o recurrir al pelotazo. Bruno Zuculini manejó con maestría los tiempos en el medio y formó una provechosa sociedad con Agustín Palavecino, encargado de distribuir en ataque.
Nadie se sorprendió cuando River se puso en ventaja a los veintisiete minutos de la mano de un gran remate de media distancia del propio Zuculini. El millonario ya había avisado al menos en tres ocasiones que el tanto estaba al caer. Su única limitación era no poder entrar al área con toques cortos. Superó esa dificultad sencillamente disparando desde media distancia para sorprender a un semitapado Lanzillota. De la mano de su gran manejo, su precisión y de su calidad en la salida, River impuso las condiciones desde el inicio y jamás perdió el control del partido.
Hubo algunos instantes en que el control de pelota estuvo más repartido. Sin embargo, se trató de pasajes en los que el equipo local cambió de aire y cedió el protagonismo a un rival totalmente desorientado. Argentinos empezó a llegar con más ganas que fútbol, pero la defensa riverplatense lo tenía enteramente neutralizado. Tal vez uno de los pocos aspectos a rescatar fueron que el equipo fue directo y frontal, alcanzando el área rival con pocos toques en las pocas ocasiones en que lo logró. Una vez allí, terminaba por desdibujarse rápidamente. Jamás puso en aprietos a Armani.
La hegemonía del local era tan amplia que el 1-0 en su favor quedaba corto. Cerca de la hora de juego, River puso cifras definitivas con dos goles muy parecidos entre sí marcados con menos de dos minutos de diferencia. En ambos aprovechó jugadas de contragolpe conducidas magistralmente por Palavecino que primero Álvarez y luego Romero pudieron aprovechar.
Las distancias en el juego eran tan grandes que costaba pensar en una o dos modificaciones que pudieran poner al equipo en partido. Con media hora por jugarse y la cosa sentenciada, Milito solamente optó por cuidar a algún jugador de cara a lo que se viene. El final del partido estuvo de más ya que River se dedicó a regular y Argentinos fue pura impotencia. La clave estará en dar vuelta la página muy pronto teniendo en cuenta los partidos trascendentales que vienen en el futuro inmediato.
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