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Eliminación en Mendoza

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Argentinos Juniors cayó por la mínima ante Boca en las semifinales de la Copa Argentina. En un partido en el que fue superior, se vio condicionado por un fallo arbitral controversial que desnaturalizó el juego.

 

Argentinos Juniors llegó a la semifinal de la Copa Argentina plagado de ilusiones. Era el único equipo que venía con un andar ideal en el certamen, sin superar ninguna fase por los disparos desde el punto penal. Había dado cuenta de rivales complejos, pero siempre le había encontrado la vuelta a los partidos. Enfrente aparecía Boca, un equipo sin dudas competitivo pero que lejos está de ser uno de los mejores de la primera división. Hace algunos meses, los equipos se habían enfrentado por la Liga Profesional en un duelo sin grandes emociones, donde la paridad fue la norma. En la previa, la serie estaba para cualquiera. Con todo eso en la valija, miles de hinchas coparon micros, aviones y vehículos particulares y se acercaron al Malvinas Argentinas de Mendoza buscando la clasificación a una final histórica.

 

La tónica del encuentro fue similar a la de aquel partido por la Liga. El juego comenzó trabado y aburrido, con Boca apostando a la presión alta que vienen poniendo en práctica los sucesivos rivales de Argentinos. El equipo de Milito, por su parte, fue en búsqueda de la posesión del balón pero tuvo problemas para consolidarse en la mitad de la cancha. Ese sector pasó a ser una zona de paso. Hasta pasados los veinte minutos, esa medianía dominó las acciones. Sobre los 23’ llegó la primera ocasión clara del encuentro. Franco Moyano sorprendió con un fuerte remate desde afuera del área que se fue besando el palo derecho de Rossi. Boca, por su parte, sólo pudo acercarse mediante algún tiro de esquina o con los desbordes por las bandas. Sin embargo, se desdibujaba antes de generar algo interesante. A lo largo de toda la primera parte, tuvo una sola ocasión de ponerse en ventaja: una desinteligencia entre Lanzillota y Torrén en una jugada muy rápida casi le deja servido el 1-0.

 

Las cosas cambiaron para el segundo tiempo. Argentinos pudo superar la inconexión que tenía entre sus hombres de ataque. Carabajal siguió con su buen nivel y se vio beneficiado por un mayor protagonismo de Florentín. Así llegó un vendaval de Argentinos que puso a Boca contra las cuerdas. Hubo al menos tres ocasiones claras por parte de Reniero y Ávalos, además de algún intento del propio Carabajal. Con buenas intervenciones, Rossi se consolidó como una de las figuras del partido. 

 

Como suele suceder, esa incapacidad para convertir pasó factura al equipo de Milito. En su primera llegada clara, sobre los 11 minutos, Boca se puso en ventaja por medio de Vázquez. El juvenil definió con mucha categoría para mandar al fondo de la red una pelota parada que previamente se había desviado en Ávalos. El gol no amilanó a Argentinos, que siguió dominando las acciones y controlando el mediocampo. 

 

Diez minutos después del tanto boquense llegó el empate, cortesía de Nicolás Reniero. Increíble e inexplicablemente, el gol fue anulado por un más que dudoso offside de Ávalos en una jugada previa cobrado por el línea Facundo Rodríguez. Todo Argentinos se deshizo en protestas, que acarrearon la expulsión de Milito y la amonestación de Torrén. Lo efusivo de los reclamos resulta totalmente atendible considerando lo polémico de la decisión y lo difícil que puede resultar para los jueces percibir una jugada tan sutil. Incluso observando sucesivas repeticiones, no termina de quedar claro quién realiza el último toque y por qué, en todo caso, la jugada no es anulada al momento en que Ávalos entre en juego sino cuando recibe Reniero (siempre habilitado). Se trata de una jugada que podría convalidarse y justificarse únicamente con la rigurosidad del VAR, una tecnología que no se encuentra disponible en este certamen. Ese fallo alteró por completo los ánimos y el talante de los jugadores. A pesar de eso, no perdieron la rebeldía. Siguieron controlando las acciones y tuvieron alguna que otra posibilidad de empatar. Fue entonces cuando Rossi se erigió en la figura indiscutible del partido. Respondió con solvencia una y otra vez, de la misma forma que había sucedido en el último cruce entre Boca y Argentinos. 

 

Así se fue el sueño de una final que el Bicho mereció en los 90 minutos. Sin ser un dechado de virtudes, fue el mejor de los dos equipos, el que controló las acciones y el que tuvo más llegadas de gol. La derrota deja un sabor amargo por la frustración que implica y por haberse concretado pura y exclusivamente mediante una jugada polémica. Eso no debe opacar que probablemente Argentinos haya sido el mejor y más sólido equipo de la Copa. Ahora, sólo resta poner todas las energías en las últimas seis jornadas de la Liga Profesional para buscar allí el objetivo de permanecer compitiendo a nivel internacional. Lo parejo del torneo, con 12 equipos separados entre sí por apenas 7 puntos, aún habilita esa posibilidad.

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